jueves, 4 de febrero de 2010

AUXILIARES INVISIBLES Y MÉDIUMS


CAPÍTULO V

VIDA Y MUERTE

AUXILIARES INVISIBLES Y MÉDIUMS

Hay dos clases de personas en el mundo. En una clase, los cuerpos densos y vital se hallan fuertemente entrelazados y confundidos, que los éteres no pueden ser extraídos bajo ninguna circunstancias, y ambos cuerpos permanecen siempre así y sean cuales fueren las condiciones, desde el nacimiento a la muerte.
Tales gentes son insensibles a cualquier manifestación supersensitiva de la vista o del sonido, y son, por lo tanto, en general, excesivamente escépticas y creen que no existe nada más que lo que ellas pueden ver.
En la otra clase, la conexión entre los cuerpos físicos y vital es más o menos suave, de forma que el éter de sus cuerpos vitales vibra a un grado mayor que en la primera clase. Estas personas son, por lo tanto, más o menos sensitivas del mundo espiritual.
Esta clase de sensitivos puede sufrir otra división. Algunos son caracteres débiles, dominados por la voluntad de otros en forma negativa, tales como los médiums, quienes son presa de espíritus desencarnados deseosos de obtener un cuerpo físico cuando han perdido el suyo por la muerte.
La otra clase de sensitivos son caracteres fuertes positivos, quienes actúan únicamente por su fuero interno, de acuerdo con los dictados de su misma voluntad. Estos caracteres pueden ser entrenados hasta convertirse en clarividentes positivos y ser sus propios maestros, en lugar de esclavos de un espíritu desencarnado. En algunos sensitivos de ambas clases es posible extraer parte del éter que forma el cuerpo vital. Cuando un espíritu
desencarnado obtiene un sujeto de tal naturaleza, desarrolla a este sensitivo hasta hacer de él un médium materializante. El hombre que es capaz de extraer su propio cuerpo vital por un acto volitivo, se convierte en ciudadano de los dos mundos, independiente y libre. Estos son conocidos generalmente como Auxiliares invisibles.
Hay ciertas condiciones anormales en las que el cuerpo vital es separado total o parcialmente del cuerpo denso; por ejemplo, cuando ponemos un miembro en una posición tan incómoda que cesa la circulación de la sangre. Entonces podemos ver el órgano eterice, correspondiente a aquel órgano físico por el cual no circula la sangre, que cuelga debajo de este como un calcetín. Cuando la circulación se restablece y el miembro etérico trata de volver a su lugar, notamos una intensa sensación de picor, debido a que las pequeñas corrientes de fuerza que se irradian de todo el éter intentan interpretar todas las moléculas del órgano en cuestión y estimularlas hasta que vibren de nuevo. Cuando una persona se está ahogando, el cuerpo vital se separa también del cuerpo físico, y la dolorosa sensación de picor que se nota al volver a la normalidad es también debida a la causa mencionada: tornan a ponerse en su lugar los átomos o partículas del cuerpo vital en el físico.
Mientras estamos despiertos y marchamos por el Mundo Físico, el cuerpo de deseos y la mente interpenetran tanto al cuerpo denso como al cuerpo vital, y hay una gran guerra constante entre la naturaleza de deseos y el cuerpo vital. Este está continuamente ocupado en restaurar el organismo humano, a la vez que el cuerpo de deseos tiende a cansar y romper los tejidos físicos. Poco a poco, en el curso del día, el cuerpo vital pierde terreno ante los estragos y acometidas del cuerpo de deseos, se acumulan lentamente gases deletéreos y el chorro de fluido vital se hace más y más débil hasta que, por último, es incapaz de mover los músculos. Entonces el cuerpo denso se siente cansado y exhausto, y al sufrir una especie de colapso el cuerpo vital, los diminutos rayos de fuerza que rodean a cada átomos parece que se arrugan y el ego es forzado a abandonar su cuerpo a las fuerzas restauradoras del sueño.
Cuando un edificio ha sido deteriorado, para restaurarlo y sufrir el período de reparación, los inquilinos deben mudarse a fin de permitir que loa operarios tengan el campo libre. Así ocurre también cuando el edificio de un espíritu ya resulta inútil para un uso ulterior; debe, por lo tanto, salir de él. Como quiera que es el cuerpo de deseos el que produce el daño, es una conclusión lógica que este debe marcharse también. Todas las noches, cuando nuestro cuerpo se siente cansado, los vehículos superiores deben salir de él, quedando únicamente
en el lecho el cuerpo físico y el cuerpo vital.
Entonces comienza el proceso de la restauración, que dura más o menos tiempo, según las
circunstancias.
Hay ocasiones, no obstante, en las que el cepo del cuerpo de deseos sobre los vehículos más densos es tan fuerte que aquél rehusa abandonarlos. Cuando en estas circunstancias ha quedado muy interesado en tos sucesos del día, continúa rumiando sobre ellos después del colapso del cuerpo físico, y quizá quede fuera a medias el uno del otro. En tal caso puede transmitir al cerebro vistas y sonidos del Mundo del Deseo. Pero, como las conexiones están hechas impropiamente en tales condiciones, resultan los sueños más confusos. Además, como el cuerpo de deseos compele a la acción, el cuerpo se muestra dispuesto a circular y a moverse cuando el cuerpo de deseos no ha salido totalmente. De ahí esos sueños intranquilos que generalmente acompañan a los ensueños de naturaleza confusa.
Hay ocasiones, por supuesto, en las que los ensueños son profetices y se hacen reales, pero tales ensueños resultan únicamente después de una completa extracción del cuerpo de deseos. Cuando el espíritu ha previsto algún peligro, el cual puede consumarse, el hecho se imprime en el cerebro en el momento de despertar.
Ocurre también que el espíritu toma un vuelo del alma y omite realizar el trabajo de restauración que a él corresponde, caso en el cual el cuerpo no estará en condiciones de ser ocupado a la mañana siguiente, así que continúa durmiendo. El espíritu puede andar rondándolo durante varios días y aun semanas antes de penetrar en su cuerpo físico y asumir la rutina normal de dormir y despertar. Esta condición se llama trance, y el espíritu puede recordar al volver todo cuanto ha visto y oído en los planos superfísicos, o bien puede olvidarlo, con arreglo al estado de su desarrollo y la profundidad del estado de trance sufrido. Cuando este estado es muy ligero, el espíritu está generalmente presente en el cuarto donde su cuerpo descansa todo aquel tiempo, y al volver al estado normal puede contar a sus familiares todo lo que ellos han dicho mientras su cuerpo permanecía inconsciente. Cuando el trance es más profundo, la vuelta del espíritu será seguida de una situación inconsciente de lo que ha ocurrido sobre su cuerpo, pero, en cambio, puede recordar experiencias del mundo invisible.
Hace unos años, una niña llamada Florencia Bennett, en Kan-kakee, Estado de Illinois, cayó en un trance semejante. La niña volvía a su cuerpo cada varios días, pero permanecía dentro solamente unas cuantas horas cada vez, y el trance total duró poco más o menos veintiún día. Al volver, dijo a sus allegados que durante la ausencia le parecía haber estado en un sitio habitado por todas las personas que han muerto.
Pero añadió que ninguna de ellas hablaba de haber muerto, y ninguna de ellas parecía que se diera cuenta de que estuviese muerta. Entre ellas, la niña vio a un maquinista de tren que había muerto en un accidente.
Su cuerpo mostraba las huellas del accidente que le había causado la muerte. La niñita lo veía andar sin brazos y con lesiones en la cabeza, todo lo cual está de acuerdo con los hechos observados generalmente por los investigadores místicos. Las personas que han resultado heridas en un accidente van y vienen por el lugar del suceso y en el mismo lamentable estado en que quedaran, hasta que aprender que el mero deseos de volver a tener indemne su cuerpo les suministrará un nuevo brazo o pierna o cualquier otro órgano que falte, puesto que la materia de deseos es fácil y rápidamente moldeada por el pensamiento.

del libro "Los Misterios Rosacruces", de Max Heindel

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