jueves, 4 de febrero de 2010

LOS RAYOS DE CRISTO CONSTITUYEN EL "ANHELO INTERNO".- VISTA ETÉRICA.- DESTINO COLECTIVO


OCTAVA PARTE

LOS RAYOS DE CRISTO CONSTITUYEN EL "ANHELO INTERNO".- VISTA ETÉRICA.- DESTINO COLECTIVO

La asimilación de los frutos de cada vida pasada se verifica antes de que el espíritu descienda a su renacimiento y por consiguiente el carácter generado se forma totalmente y se expresa inmediatamente en la dúctil y movediza materia mental de la Región del Pensamiento Concreto donde se construye el arquetipo del cuerpo denso expectante. Si el espíritu que busca renacer es amante de la música, buscará el modo de construir un oído perfecto con los canales semicirculares debidamente situados y la ampolla muy delgada y muy sensible a la vibración, así como de construirse dedos largos y delgados con los cuales pueda ejecutar los acordes celestiales captados por su oído. Pero si detestó la música, si en su vida anterior se esforzó en cerrar sus oídos a los acordes de la alegría o a los quejidos del dolor, el deseo de rehuir la compañía de los demás hará que él olvide su oído cuando se halle construyendo su arquetipo y como consecuencia de ello este órgano será defectuoso en grado relativamente apreciable, motivado por la negligencia observada por este carácter en su previa existencia.
Del mismo modo pasa con los otros órganos; aquel que bebe de una fuente de conocimiento y se esfuerza en compartir su saber con los que le rodean echa los cimientos para adquirir una facultad oratoria en su vida futura, porque el deseo de comunicar su sabiduría, le inducirá a prestar atención especial a la formación y robustecimiento de su órgano vocal cuando se halle construyendo el arquetipo de su futuro cuerpo.
Por otra parte aquellos que se esfuerzan en ganar acceso a los misterios de la vida por el prurito de la curiosidad o para satisfacer el orgullo de su propio intelecto, olvidan construir un órgano adecuado para su expresión y se hallan por consiguiente sujetos a debilidad en la voz o a impedimentos de la palabra. De este modo viene a ellos el convencimiento de que la expresión, la comunicación, es una valiosa forma de servir.
Aunque el cerebro de uno afligido de este modo pueda no darse cuenta de la lección que se le ofrece, el espíritu aprende que nosotros somos estrictamente considerados por el uso que hacemos de nuestros talentos y que debemos sufrir el castigo alguna vez, algún día, si descuidamos al hablar la palabra de Vida y Luz para iluminar y guiar a nuestros semejantes en el sendero, siempre, como es natural, que estemos preparados en debida forma para hacerlo.
Respecto a la falta de la vista o incapacidad del órgano ocular, es conocimiento común entre los investigadores de que es el efecto de una extrema crueldad en vidas pasadas. Las investigaciones recientes han sacado a la luz la información complementaria de que muchas de las afecciones de los ojos ahora en boga entre los hombres del día son debidas al hecho de que "nuestros ojos están cambiando". En efecto, estos órganos se están haciendo más sensitivos a la octava superior de la visión que antes, debido a que el éter que rodea la Tierra se está volviendo más denso y el aire se está rarificando más. Esto es particularmente exacto en determinadas partes del mundo, el Sur de California entre otras.
Es notable saber en relación con lo que acabamos de decir que la Aurora Boreal está apareciendo con más frecuencia y sus efectos haciéndose más poderosos sobre la Tierra.
En los primeros años de la Era Cristiana este fenómeno era casi desconocido, pero en el curso del tiempo como quiera que la ola de Cristo en su descenso dentro de la Tierra durante una parte del año, infunde más y más de su propia vida dentro de la cadavérica y pesada masa terrestre, los RAYO ETÉRICOS VITALES se hacen más visibles a intervalos. Posteriormente se harán más numerosos cada día y por ahora comienzan ya a mezclarse con las manifestaciones eléctricas, especialmente con el telégrafo, cuyo servicio está algunas veces completamente alterado debido a estas corrientes de irradiación.
Asimismo es también digno de notarse que tales disturbios se hallan confinados a los alambres que van del Este al Oeste. Si quiere el lector tomarse la molestia de recurrir a las páginas 86 y 87 del Concepto Rosacruz del Cosmos, podrá ver allí manifestado que hay rayos o líneas de fuerza de los Espíritus-Grupo del vegetal que irradian en todas las direcciones desde el centro de la Tierra hacia la periferia y luego hacia el exterior de la misma, pasando por las raíces de las plantas y árboles, continuando hacia la copa o cima de los mismos. Por otro lado, las corrientes de los Espíritus-Grupo animales rodean la Tierra. Las corrientes relativamente débiles e invisibles, generadas por los Espíritus-Grupo de las plantas y los rayos de fuerza realmente poderosos generados por el Espíritu de Cristo, se están haciendo ahora visibles como la Aurora Boreal, habiendo sido hasta aquí casi de la misma naturaleza que la electricidad estática, mientras que las corrientes generadas por los Espíritus-Grupo animales y que circundan la Tierra, pueden considerarse como la electricidad dinámica que dio a la Tierra su poder de movimiento en épocas pasadas. Ahora las corrientes de Cristo se están haciendo más poderosas y se está liberando su electricidad estática. El impulso etérico que darán traerá la inauguración de una nueva era y los órganos de los sentidos que actualmente posee el hombre deben acomodarse a tal cambio. En lugar de los rayos etéricos que emanan de un objeto trayendo a nuestra retina del ojo el reflujo de una imagen, la parte llamada "punto ciego" se sensibilizará y miraremos a través del ojo y veremos directamente la imagen misma en vez de que ésta se refleje sobre nuestra retina.
Entonces no solamente veremos la superficie del objeto que veamos, sino que seremos capaces de ver a través de él, al igual que ahora proceden los que han cultivado la visión etérica.
A medida que pase el tiempo y que Cristo por sus benéficas influencias atraiga más y más del éter interplanetario hacia la Tierra, se hará el cuerpo vital de ésta más luminosa cada día y entonces nosotros caminaremos como en un mar de luz, y cuando aprendamos a desechar nuestros deseos egoístas y egotistas, como consecuencia del contacto constante con estas benéficas vibraciones de Cristo también nos haremos luminosos. Entonces el ojo tal cual está hoy constituido no será de utilidad alguna para nosotros, por lo tanto está empezando a cambiar ahora y estamos experimentando la molestia inherente a toda reconstrucción. Puede decirse también con referencia a la Aurora Boreal y a sus efectos sobre nosotros, que estos rayos son irradiados por medio de todas las partes de la Tierra, la cual es el cuerpo de Cristo, y desde el centro a la periferia, pero en los puntos poblados del mundo tales rayos son absorbidos por la humanidad, al igual que los rayos de los Espíritus-Grupo del vegetal son absorbidos por la flor. Estos rayos representan y constituyen el "impulso interno" que está, lenta pero seguramente, impeliendo a la humanidad a que admita y practique el ideal altruista. Son los rayos fecundantes que fertilizan nuestra alma y de este modo en su día se manifestará la inmaculada concepción y el Cristo nacerá dentro de nosotros. Cuando todos hayamos sido de este modo perfectamente fecundados, la luz de Cristo empezará a irradiarse de nosotros. Entonces caminaremos en la Luz como Él está en la Luz y tendremos confraternidad unos con otros.
Para terminar esta lección diremos solamente unas palabras acerca del destino colectivo.
Además del destino individual generado por nosotros mismos en cada vida, hay también un destino colectivo en el cual incurrimos por el hecho de ser miembros de una comunidad o nación.
Es bien sabido que las sociedades algunas veces actúan en bloque, tanto para el bien como para el mal y es natural y justo que estas acciones colectivas tengan también un efecto colectivo en vidas futuras sobre los miembros de tales pueblos o naciones que forman parte de ellos; habiéndose visto que cuando tales actos son malos la deuda contraída por ellos es liquidada generalmente mediante los llamados accidentes en gran escala. También se ha afirmado en efecto que no hay accidentes salvo en los casos en que el hombre, que tiene la prerrogativa divina de iniciar causas nuevas, interviene en las vidas de otros produciendo cambios en sus negocios y condiciones y cuando por negligencia arrebata la vida de un semejante. Lo último es un accidente en muchos casos. Pero tales calamidades como las que presenciamos en Sicilia y como las de los terremotos en San Francisco, la Gran Guerra europea, etc., no son accidentes, sino efecto causales de las comunidades implicadas como resultado de actos correspondientes en vidas anteriores.
Sabiendo cuánta parte tomamos nosotros en la manifestación de la ley de la mortalidad infantil, podemos comprender fácilmente, por ejemplo, que como quiera que tantos cientos de millares de víctimas de la Gran Guerra pasaron al más allá sobre el campo de batalla en cuyas condiciones es imposible absolutamente para las víctimas observar el panorama de su vida que acaba de terminar, debe ser necesario el morir durante la infancia en la próxima encarnación, y ¿cómo puede manifestarse esta espantosa mortandad de niños en su día, sino es por medio de alguna epidemia o algún cataclismo que les barra de la Tierra? Sobre tal hipótesis podemos considerar el terremoto de Sicilia, la destrucción de San Francisco, el problema del hambre en Irlanda y la India y otras catástrofes nacionales por el estilo; la acción del destino del pasado, llevando a cada nación los frutos de sus vidas anteriores y de acciones comunales.
Lo que hemos dicho en las páginas precedentes es simplemente una indicación del modo en que se teje y desteje el velo del destino. Recuérdese que los pocos cientos de casos examinados no pueden dar unas adecuadas bases para un punto de vista general del alcance de la Ley y el lector está expuesto a hacer frente a incongruencias en casos individuales acerca de lo que se ha dicho. Cuestiones se les presentarán a los lectores indudablemente en relación con este asunto en uno otro caso específico y a la vez que es relativamente fácil el investigar casos individuales y decir qué causas en una vida producen ciertos efectos en otra vida de tal persona, es muy distinto cuando nos ponemos a tabular procurando formar o establecer una ley general, como hemos intentado llevar a cabo en esta obra.
Para efectuar esta tarea de una manera perfecta requeriría un conocimiento y una sabiduría sobrehumana y el presente intento puede quizás ser considerado como un caso de tonto atolondramiento y precipitación en el cual hasta los ángeles pueden sentir miedo de poner sus manos. Personalmente, el autor ha conquistado muchos más conocimientos que el que ha sido capaz de comunicar y explicar, pero confía, no obstante, en que lo que ha dicho pueda servir de alguna utilidad al lector como apuntes referentes al gran misterio de la vida.
Que estos estudios de "El velo del Destino" generen en todo estudiante un vehemente deseo de vivir, días tras día, de tal modo que haya, como consecuencia más paz en la Tierra y mejor voluntad entre los hombres.

del libro "El Velo del Destino", de Max Heindel

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