viernes, 5 de febrero de 2010

TRES TEORÍAS DE LA VIDA - en vimeo y en you tube -



Únicamente se han emitido tres teorías de la vida dignas de consideración como soluciones al enigma de la existencia, y con objeto de que el lector pueda hacer la elección entre ellas, pasamos a detallarlas brevemente, conforme se han dictado, y dar algunos argumentos que nos conducen a abogar por la doctrina del Renacimiento como el método que favorece el desarrollo del alma y el alcance último de la perfección, ofreciendo, en consecuencia, la mejor solución al problema de la vida.

1) la Teoría Materialista dice que toda vida es solo una corta jornada de la cuna a la tumba;
que no hay inteligencia en el Cosmos superior a la del hombre; que su mente es producto de ciertas correlaciones de la materia, y que, por lo tanto, con la muerte y la disolución del
cuerpo termina la existencia.
Hubo un día en el cual los argumentos de los filósofos materialistas parecieron convincentes; pero, a medida que avanza, la ciencia atesora más amplios conocimientos y descubre que hay en el Universo un lado espiritual. Tal vida y conciencia pueden existir sin que nos den la menor señal de ello, de lo cual han sido evidente ejemplo los casos en que una persona ha estado en trance profundo y se le ha creído muerto durante varios días, pero que de pronto despierta y dice todo lo que ha pasado en torno de su lecho. Eminencias científicas, tales como sir Oliver Lodge, Camilo Flammarión, Lombroso y otros hombres de inteligencia brillante y con dominio científico, han declarado inequívocamente, como resultado de sus propias investigaciones, que la inteligencia que nosotros llamamos hombre sobrevive a la muerte de su cuerpo y vive alrededor de nosotros, sea que la veamos o no, como la luz y el color existen alrededor de una persona ciega sin que nada importe que esta no los vea. Tales científicos han llegado a esta conclusión después de muchos años de ardua investigación. Han comprobado que los llamados muertos pueden, y así lo hacen en determinadas circunstancias, comunicarse con nosotros en forma tal, que está fuera de duda toda suplantación.
Nosotros sostenemos que tal testimonio es de mucho más valor que el argumento en contra del materialista, porque está basado en una escrupulosa investigación y se halla en armonía con tan bien establecidas leyes como la de la conservación de la materia y la de la conservación de la energía. La mente es una forma de energía y resulta inmune a la destrucción, en contra de lo que arguye el materialista. Por lo tanto, nosotros desechamos la Teoría Materialista como impropia, pues no está de acuerdo con las leyes de la naturaleza ni con hechos bien establecidos.

2) La Teoría Teológica proclama que justamente momentos antes de cada nacimiento es creada un alma por Dios, y esta entra en el mundo físico, en el que vive un tiempo determinado, variando de unos cuantos minutos a cierto número de años; que al término de esta corta duración de la vida, retorna, pasando por el portal de la muerte, al invisible más allá, donde permanece para siempre en un estado de felicidad o de dolor, con arreglo a sus acciones durante los pocos años que estuvo en el cuerpo.
Platón insistió en la necesidad de una definición clara de los términos como base de un argumento, y nosotros entendemos que esto es tan necesario al discutir el problema de la vida desde el punto de vista de la Biblia, como lo es para los argumentos desde el punto de vista platónico. Con arreglo a la Biblia, el hombre es un ser compuesto que consta de cuerpo, alma y espíritu. Los dos últimos términos son tomados a menudo como sinónimos, pero por nuestra parte insistimos en que no es así, apelando al siguiente razonamiento.
Todas las cosas se hallan en un estado de vibración. Las vibraciones de los objetos que nos rodean están constantemente actuando sobre nosotros y llevando a nuestros sentidos un conocimiento del mundo externo. Las vibraciones del éter actúan sobre nuestros ojos para que podamos ver, y las vibraciones en el aire transmiten los sonidos a nuestro oído. Nosotros también respiramos aire y éter, que están de este modo cargados con las imágenes y los sonidos cercanos, así que por el acto de la respiración recibimos en todos los momentos de nuestra vida, internamente, un cuadro completo de cuanto ocurre alrededor de nosotros.
Esto es una exposición científica. Sin embargo, la ciencia no explica como se producen estas vibraciones; pero, de acuerdo con la enseñanza de los Misterios Rosacruces, se transmiten a la sangre, y entonces se graban sobre un pequeño átomo del corazón, tan automáticamente como se produce en la película sensible la imagen cinematográfica y un registro de los sonidos se graba en el disco fonográfico. Este registro de la respiración se inicia con la primera inhalación de aire del niño recién nacido y no termina sino con el último estertor del hombre moribundo. De ahí que el "alma" sea un producto de la respiración. El Génesis muestra también la relación entre la respiración y el alma en las palabras: "Y el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el soplo de la vida, y el hombre se hizo un alma viviente." (La misma palabra (nephesh) significa en la traducción del texto citado respiración o alma, indistintamente.
En la existencia post mortem se dispone del registro respiratorio. Los actos buenos de la vida producen sentimientos de placer, y la intensidad de atracción los incorpora en el espíritu como potencia de alma. Por consiguiente, el registro respiratorio de nuestros buenos actos es el alma que se salva de la destrucción, que por la unión con el espíritu se hace inmortal. Al acumularse tal producto vida tras vida, nos hacemos más poderosos de alma y, como consecuencia, esto echa las bases del desarrollo del alma.
El registro de nuestros malos actos se deriva también de la respiración en los momentos en
que se cometen. El dolor y el sufrimiento que producen hace que el espíritu los repela del registro de la respiración en el Purgatorio. Como quiera que no puede vivir independientemente del dador de la vida, el espíritu, el registro de la respiración de nuestros pecados se desintegra a medida de la expurgación, y de este modo podemos ver que "el alma que peque morirá." El recuerdo del sufrimiento que sigue al incidente de la purgación permanece, no obstante, con el espíritu como conciencia para evitar que incurramos en los mismos malos actos en las vidas posteriores.
Así pues, nuestros actos malos y buenos están registrados como consecuencia de la respiración, que es, por lo tanto, la base del alma, pero mientras el registro de la respiración de los buenos actos se amalgama con el espíritu y vive en él siempre como alma inmortal, el registro respiratorio de los actos malos se desintegra, y es el alma que peca y perece.
Cuando dice la Biblia que la inmortalidad del alma está condicionada al buen obrar, no hace
distinción alguna con respecto al espíritu.
El argumento es claro y terminante al decir que..."Al romperse el cordón plateado... entonces el polvo volverá a la tierra de donde vino, y el espíritu volverá a Dios que lo dio."
Así pues, la Biblia enseña que el cuerpo está hecho de polvo y que a él no volverá; que una
parte del alma generada por la respiración es perecedera, pero que el espíritu sobrevive a la muerte del cuerpo y persiste por siempre. Por lo tanto, un "alma perdida," en el común significado de esta frase, no es una enseñanza de la Biblia, porque el espíritu no ha tenido creación y es eterno como Dios mismo, de quien procede, y, por consiguiente, la Teoría Teológica ortodoxa no puede ser verdadera.

3) La Teoría del Renacimiento enseña que cada espíritu es una parte integral de Dios, que contiene en sí todas las potencias divinas, así como la diminuta semilla contiene el roble gigantesco; que, como consecuencia del resultado de muchas existencias en cuerpo terrestre, de contextura gradualmente más perfecta, sus poderes latentes van siendo desenvueltos lentamente y se hacen utilizables como energía dinámica; que ninguno de tales espíritus puede perderse, sino que, por el contrario, todos a la postre alcanzarán la perfección y la reunión con Dios, cada uno de ellos llevando consigo la experiencia acumulada que es el fruto de su peregrinaje a través de la materia.
O bien, como podemos decirlo en forma poética:

NOSOTROS SOMOS ETERNOS

Bien en una nube tormentosa, o en alas del céfiro, el canto del coro de Espíritus resuena en las antenas del mundo.

¡Oh, callad! Oíd sus voces: "Nosotros hemos pasado por la puerta de la muerte. Regocijaos: ¡la muerte no existe! ¡la vida vive eternamente!"

"Nosotros somos como siempre hemos sido y como siempre seremos.
Nosotros somos una porción de la Eternidad; más viejos que la Creación y una parte del Gran Todo. Cada ser individual es un Alma inmortal."

"Al oscilar de la lanzadera del Tiempo, confeccionamos nuestros vestidos, tejiéndolos eternamente con tejido de Pensamiento. Tanto a nuestra raza como a nuestro país los hacemos surgir por nuestra Mente, y en el Cielo proyectamos lo que se moldea en la Tierra."

"Nosotros hemos brillado en la joya y danzado en la ola; chispeado en el fuego desafiando a la tumba; nuestra esencia individual es la misma a través de formas siempre cambiantes en forma, medida y clase."

"Y Cuando hayamos alcanzado la más alta de todas las gradaciones de crecimiento de nuestra mente, rememoraremos; para que eslabón tras eslabón podamos juntarlas todas y trazar el camino que para llegar allí, paso a paso, hemos recorrido."

"De este modo, con el tiempo conoceremos si hacemos exclusivamente aquello que eleva, ennoblece, es justo y verdadero, con bondades para todos y perversidades hacia ninguno. Que por nosotros y por nuestra mediación sea hecha la voluntad de Dios."

Nosotros nos aventuramos a decir que solo hay un pecado: Ignorancia, y solo una salvación:
Conocimiento aplicado. Hasta el más sabio de nosotros sabe muy poco de todo cuanto se puede aprender, no obstante, y menos aún ninguno ha alcanzado la perfección, pues tampoco esta puede conseguirse en una sola y corta vida; pero, sin embargo, podemos observar que todo en la Naturaleza tiende, lenta y persistentemente, a su desenvolvimiento, persiguiendo y alcanzando estados cada vez más elevados.Nosotros llamamos a este proceso EVOLUCIÓN.
Una de las principales características de la evolución estriba en el hecho de que se manifiesta en períodos alternantes de actividad y descanso. El verano activo, en el que todas las cosas sobre la Tierra se multiplican y procrean, es seguido por el descanso y la inactividad del invierno. La brega del día está alternada con la quietud de la noche. El flujo de los océanos está seguido por el reflujo de la marea. De este modo, todas las demás cosas se mueven en cielos, y la vida que se manifiesta aquí sobre la Tierra por unos cuantos años no debe suponerse que acaba cuando la muerte se aproxima, sino que tan seguramente como él Sol sale por la mañana después de haberse puesto por la noche, también la vida que terminó con la muerte de un cuerpo se manifestará otra vez en un nuevo vehículo y en ambiente distinto.
Nuestra Tierra puede compararse, en efecto, a una escuela a la que volvemos vida tras vida para aprender nuevas lecciones, al igual que nuestros niños asisten a clase un día tras otro para aumentar sus conocimientos. El niño duerme durante la noche que media entre dos días de escuela, y el espíritu también tiene su descanso de vida activa entre la muerte y un nuevo nacimiento.
Hay, asimismo, diferentes clases en esta escuela del mundo, lo cual corresponde a los diferentes grados, desde la clase de párvulos a la universidad. En las clases bajas encontramos espíritus que han asistido a esta escuela de la vida solo unas cuantas veces, y son los salvajes actuales, pero con el tiempo se harán más sabios y mejores de lo que son ahora, y nosotros mismos nos elevaremos en vidas futuras a alturas espirituales que actualmente no podemos ni concebir. Si nos aplicamos para aprender las lecciones de la vida, avanzaremos, por supuesto, mucho más de prisa en esta escuela de la vida que si faltamos a clase y desperdiciamos el tiempo. Esto obedece a los mismos principios comunes que rigen nuestras instituciones de enseñanza.
Nosotros, pues, no estamos aquí por el capricho de Dios. Él no nos ha colocado a unos en un jardín y a otros en un desierto, ni tampoco ha dado a estos un cuerpo saludable de modo que puedan vivir de dolores y enfermedades, mientras que a aquéllos los ha relegado a tan mísero estado que nunca se ven libres del dolor; sino que lo que somos, lo somos debido a nuestra diligencia o negligencia, y lo que seamos en el futuro depende de lo que nosotros queramos ser y no del capricho de Dios o de un destino inexorable. No importa cuáles sean las circunstancias, estriba en nosotros mismos el dominarlas o ser dominados por ellas, a nuestra voluntad. El caballero Edwin Arnold expresa esta idea y enseña de manera bellísima en su Luz de Asia.

"¡Los libros dicen bien, hermanos míos! La vida de cada hombre es el resultado de su existencia anterior. Los errores antiguos nos traen dolores y enemigos, y los anteriores aciertos nos brindan bendiciones."
"Cada uno tiene su señorío como los más elevados, y busca sus fuerzas en torno de él, por arriba y por abajo, con toda carne y con todo cuanto vive, y cada acto le presta alegría o amarguras."

"Quien se afana, aunque sea un esclavo, puede algún día convertirse en un príncipe, pues su gentileza puede conquistar el mérito. Quien gobierna, hasta un rey, puede errar por la tierra, cubierto de harapos, por cosas hechas o dejadas de hacer."

O bien, como dice un poeta desconocido:

"Un barco zarpa para el Este y otro para el Oeste a merced del viento.
Es el timón y la vela, y no la galerna, lo que determina el camino que llevan."

"Como los vientos del mar son los caminos del destino para nuestro viaje a través de la vida. Es el acto del alma lo que determina la meta y no la calma o la tempestad."

Cuando deseamos que alguno se encargue de alguna misión, elegimos a una persona que pensamos está capacitada perfectamente, que llena los requisitos necesarios y por nuestra parte debemos suponer que un Ser Divino emplearía por lo menos tan elemental sentido común, y no elegiría a ninguno que no estuviera a la altura de su cometido. Así pues, cuando leemos en la Biblia que a Sansón se le ordenó que destruyese a los filisteos, y que Jeremías fue predestinado a ser un profeta, es lógico suponer que ambos estaban particularmente adaptados para llevar a cabo su misión. San Juan Bautista también nació para ser el heraldo del venidero Salvador, y para predicar el reino de Dios que debe reemplazar y ocupar el lugar del reino de los hombres.
¿De no tener una instrucción previa, como hubieran podido tales personas desenvolver esa adaptación para cumplir con sus misiones, y si se las hubo adaptado así, de qué otro modo hubieran podido adquirir su instrucción sino en vidas anteriores?
Los judíos creían en la doctrina del Renacimiento, pues de lo contrario no hubieran preguntado a San Juan Bautista si era Elías, como se dice en el primer capítulo del Evangelio de San Juan. Los Apóstoles de Cristo también sostenían esta creencia, como podemos ver por el incidente que se recuerda en el capítulo 15 de
San Mateo, donde Cristo hace esta pregunta: "¿Quién dicen los hombres que soy Yo, el Hijo del Hombre?"
Los Apóstoles contestaron: "Algunos dicen que Tú eres Juan el Bautista; otros Elías, y otros Jeremías, o uno de los Profetas." En esta ocasión Cristo asintió tácitamente a la enseñanza del Renacimiento, porque no corrigió a sus discípulos en Su calidad de maestro, al observar que sus discípulos tenían una idea equivocada.
Pero a Nicodemo le dijo inequívocamente: "Excepto que un hombre nazca otra vez, él no puede heredar el reino de Dios." En el capítulo 11 de San Mateo y en el versículo 14, dijo Cristo hablando de San Juan Bautista: este es Elías, y en el capítulo 17 del mismo capítulo de San Mateo, y en el versículo 12, dijo: "Elías ha venido ya y ellos no lo conocieron, sino que hicieron de él cuanto quisieron... y entonces los discípulos comprendieron que Él les hablaba de Juan el Bautista."
Así pues, nosotros sostenemos que la doctrina del Renacimiento ofrece la única solución al problema de la vida que está en armonía con las leyes de la Naturaleza, la cual satisface los requisitos éticos del caso y nos permite amar a Dios sin cegar nuestra razón a las desigualdades de la vida y a las circunstancias diversas que dan a unos cuantos la comodidad y el bienestar, la salud y la riqueza, todo lo cual está negado a la inmensa mayoría.
La teoría de la Herencia avanzada por el materialista se aplica solamente a la forma, pues al igual que un carpintero usa un material de cierto montón de madera para construir una casa en la que ha de vivir después, así también el espíritu toma de sus padres la sustancia de la cual construye su casa. El carpintero no puede construir una casa de madera tan dura y tosca como la del abeto, y el espíritu de igual modo debe construir un cuerpo que sea semejante al de aquellos de los cuales se tomó el material. Pero la teoría de la Herencia no se aplica al plano moral, pues es un hecho notorio que en las galerías de malhechores de América y Europa no hay un caso en que estén representados el padre y el hijo. De modo que los hijos de criminales, aunque tengan tendencias al crimen, se mantienen fuera de las mallas de la ley.
Tampoco la Herencia quedaría airosa en el plano del intelecto, porque se pueden citar muchos casos en los que un genio y un idiota tienen el mismo origen. El gran Cuvier, cuyo cerebro era aproximadamente del mismo peso que el de Daniel Webster, y cuyo intelecto era tan grande, tuvo cinco hijos que murieron de paresia. Asimismo el hermano de Alejandro el Grande fue un idiota, y en suma, nosotros sostenemos que debe hallarse otra solución que pueda aclarar los hechos de la vida.
La ley del Renacimiento, unida a su compañera, la ley de Causación, suple y abarca tales hechos.
Cuando morimos después de una vida, volvemos a la Tierra bajo las circunstancias determinadas por el modo en que vivimos antes. El jugador es atraído a los garitos y a los hipódromos para asociarse con otros de iguales gustos; el músico es atraído a las salas de conciertos y conservatorios por espíritus de su genio, y el Ego que torna lleva consigo los gustos y aversiones que lo obligan a buscar a sus padres en la clase a la que él pertenece.
Pero, al llegar aquí, quizás algunos nos señale casos en los que encontramos a personas de gustos enteramente opuestos que viven una vida de tortura debido a verse agrupadas en la misma familia, y forzadas por las circunstancias a permanecer entre ella a despecho de su voluntad. Pero esto no vicia la ley en lo más mínimo, debido a que en cada vida nosotros contraemos ciertas obligaciones a las que no podemos dar cumplimiento.
Acaso hemos faltado a algún deber que teníamos que cumplir tal como el cuidado de un pariente inválido, y nos ha alcanzado la muerte sin haber reparado en esa omisión. Este pariente, por otra parte, puede haber sufrido bárbaramente por nuestra negligencia y ha acumulado contra nosotros una gran dosis de odio o rencor antes que la muerte termínase con su sufrimiento. La muerte y el consiguiente cambio hacia otro ambiente no liquidan nuestras deudas de esta vida, así como tampoco la mudanza de una ciudad a otra no pagará las deudas que contrajimos en la anterior residencia. Es, por lo tanto, muy posible que aquellos que se han injuriado mutuamente, como hemos dicho, se reencuentren como miembros de una misma familia.
Entonces, aunque ellos recuerden o no su pasado antagonismo, el rencor se manifestará y les hará odiarse de nuevo, hasta que el dolor y el disgusto consiguientes los obliguen a tolerarse el uno al otro, y quizá al final aprendan a amarse en la medida en que se odiaron.
También se hace esta pregunta en la mente del escéptico: ¿Si nosotros hemos estado aquí antes, porqué no nos acordamos de ello? Pero a esta pregunta podemos contestar que a la vez que hay muchas personas que no recuerdan en absoluto el modo en que emplearon el tiempo en su vida anterior, hay otros que tienen bien grabada en la memoria sus vidas previas. Una amiga del escritor, por ejemplo, cuando vivía en Francia, un día empezó a leer a su hijo acerca de cierta ciudad que pensaban ir a visitar, y el niño exclamó: "No necesitas decirme nada de ello, madre; yo conozco esa ciudad por haber vivido en ella, en la que me mataron."
Entonces comenzó a describir la ciudad y también se refirió a cierto puente. Posteriormente el muchacho llevó a su madre a tal puente y le enseñó el punto en donde había encontrado la muerte varios siglos antes.
Otra amiga, en ocasión de viajar por Irlanda, vio una escena que ella reconoció, y también describió a su compañía el panorama que se contemplaba desde el recodo del canino, a pesar de no haberlo visto nunca en esta vida, de modo que era preciso que conservara la
memoria de una vida anterior.
Se podrían citar numerosos ejemplos en los que estos vislumbres de menor importancia son claras revelaciones de una vida pasada.
El caso comprobado en el cual una niñita de tres años de edad, en Santa Bárbara (California), describió su vida y muerte, ya ha sido detallado en Concepto Rosacruz del Cosmos. Es, quizás, la evidencia más terminante, pues se basa en el testimonio de una niña demasiado pequeña para haber aprendido a engañar de tal modo.
Esta teoría de la vida no descansa en una mera especulación; pero, no obstante, es uno de los primeros factores de la vida demostrados al discípulo en una Escuela de Misterios. Se le indica que vigile a un niño en el acto de morir, y después que le siga en el mundo invisible de un día a otro, hasta que vuelva a renacer en la Tierra, un año o dos después. Entonces el discípulo sabe como absoluta certeza que nosotros
volvemos aquí a cosechar en una vida futura lo que en la anterior hemos sembrado.
La razón de elegir para el estudio a un niño con preferencia a un adulto, es porque el niño renace muy rápidamente, pues su corta vida en la Tierra ha dado muy pocos frutos y estos son pronto asimilados; mientras que el adulto, que ha vivido una vida larga y tiene mucha experiencia, permanece en los mundos invisibles por siglos, de modo que el discípulo no puede seguirlo desde la muerte al nacimiento. La causa de la inmortalidad infantil será explicada después: por ahora solo queremos dejar bien sentado el hecho de que está dentro de la posibilidad de cada uno, sin excepción, el capacitarse para el conocimiento directo o de primera mano que aquí estamos enseñando.
El promedio del intervalo entre dos vidas terrestres es alrededor de mil años. Esto está determinado por el movimiento del Sol llamado por los astrónomos precisión de los equinoccios, por el cual el Sol se mueve por cada uno de los signos del Zodíaco en un lapso de 2.100 años. Durante todo este tiempo las condiciones sobre la Tierra han cambiado, de modo que al volver encontrará nuevas experiencias aquí, y por lo tanto retorna.
Los Grandes Guías de la evolución obtienen siempre el beneficio máximo de las condiciones designadas por ellos, y como las experiencias en las mismas condiciones sociales son muy diferentes en el caso de un hombre que en el de una mujer, el espíritu humano se encarna dos veces durante los 2.100 años aproximadamente, que están medidos por la precesión de los equinoccios, como ya hemos dicho, naciendo por esta razón una vez como hombre y otra como mujer. Esta es la regla; pero, por supuesto, está sujeta a las modificaciones que sean necesarias para facilitar la madurez de lo que hemos sembrado, como lo requiere la ley de Causación, que trabaja paralelamente con la Ley del Renacimiento. De este modo, en ocasiones, un espíritu puede ser traído a renacer mucho tiempo antes de que hayan expirado los mil años, con objeto de cumplir cierta misión, o bien puede ser detenido en los mundos invisibles hasta después del tiempo en que debería renacer si esta fuese una ley ciega. Por supuesto, las leyes de la Naturaleza no lo son. Por el contrario, son Grandes Inteligencias que siempre subordinan las consideraciones de menor cuantía a fines superiores, y bajo su guía benéfica estamos progresando constantemente vida tras vida bajo condiciones adaptadas exactamente a cada individuo, hasta que con el tiempo alcancemos una altura superior de la evolución y nos convirtamos en superhombres.
Oliver Wendell Holmes ha expresado esta aspiración y su consumación en estas bellísimas líneas:
"Construye mansiones más duraderas, ¡alma mía!—según las veloces estaciones ruedan. — Abandona tus criptas ya surcadas.— Haz que cada templo nuevo sea más noble que el pasado; — abarca un espacio celeste más ancho — hasta que al fin te libertes — arrojando tu concha ya inútil, por un océano de vida inmortal."

del libro "Los Misterios Rosacruces", de Max Heindel

*

No hay comentarios:

Publicar un comentario