viernes, 5 de febrero de 2010

LA REGIÓN ETÉRICA - en vímeo y en you tube -



Además de los sólidos, líquidos y gaseosos que componen la Región Química del Mundo Físico, hay aún un grado más sutil de materia llamado éter, que interpenetra la combinación atómica de la Tierra y su atmósfera del modo como la ciencia lo enseña. Los científicos nunca han visto, ni pesado, ni medido, ni analizado esta sustancia, pero ellos infieren que debe de existir, dado que por ese medio puede efectuarse la transmisión de la luz y otros fenómenos distintos. Si fuera posible para nosotros el poder vivir en un cuarto de donde se hubiera extraído el aire, podríamos vocear estentoreamente, tocar la mayor de las campanas o bien podríamos disparar el cañón de mayor calibre al lado de nuestro oído y ni aún así oiríamos el menor ruido, porque el aire es el medio de transmisión de las vibraciones del sonido al tímpano del oído, y entonces nos faltaría. Pero si se encendiese una luz eléctrica percibiríamos inmediatamente sus rayos e iluminaría el cuarto a despecho de la falta de aire. De ahí que deba haber una sustancia capaz de ponerlo en vibración, entre la luz eléctrica y nuestros ojos. Este medio los científicos lo han llamado éter, pero es
tan sutil que no se ha inventado ningún instrumento por el cual pueda ser medido o analizado, y, como consecuencia, los hombres de ciencia están muy poco informados de ello, aunque forzados a postular su existencia.
Nosotros no pretendemos censurar o menospreciar los descubrimientos de los científicos modernos; tenemos la mayor de las admiraciones por ellos, y confiamos que gracias a sus inquietudes llegaremos a realizar grandes cosas, pero nosotros percibimos una limitación en el hecho de que todos los descubrimientos del pasado han sido hechos mediante el descubrimiento de instrumentos maravillosos aplicados de la manera más ingeniosa para resolver problemas al parecer insolubles y enigmáticos.
El fuerte de la ciencia descansa principalmente en sus instrumentos, pues el científico puede decir a cualquiera: "Procúrese varios cristales unidos de cierto modo, póngalos en un tubo, dirija tal tubo hacia un cierto punto del espacio donde ahora nada aparece a su ojo desnudo. Entonces verá usted una bellísima estrella llamada Urano."
Si se observan todas estas directivas, cualquiera puede, rápidamente y sin ninguna clase de preparación, comprobar por sí mismo la verdad del aserto del científico. Pero si bien los instrumentos de la ciencia son la torre de su fortaleza, también marcan el final de su campo de investigación, porque es imposible ponerse en contacto con el mundo espiritual con instrumentos físicos, de modo que la investigación de los ocultistas empieza donde el científico físico encuentra su límite, y de este modo habrá que llevarlos adelante por medios espirituales.
Las investigaciones de los ocultistas son tan completas y tan dignas de crédito como los descubrimientos de los científicos materialistas, pero no pueden demostrarse tan fácilmente al público en general. Las fuerzas espirituales permanecen dormidas dentro de cada ser humano, y cuando se despiertan compensan de la falta del microscopio y del telescopio, pues permiten a su poseedor investigar, instantáneamente, las cosas que están más allá del velo de la materia, pero estas facultades solo son desenvueltas por una aplicación paciente y una persistencia y continuidad en el bien obrar que se extiende a muchos años, y son muy pocos los que tienen fe para empezar a recorrer el sendero del alcance espiritual
o tienen la perseverancia necesaria para llevar adelante el calvario de la ordalía. Por esta razón los asertos de los ocultistas generalmente no tienen crédito.
Debemos comprender fácilmente que una larga prueba debe preceder al alcance espiritual, porque una persona provista de vista espiritual es capaz de penetrar a través de las paredes de una casa tan fácilmente como nosotros caminamos por la calle; puede leer a voluntad los pensamientos más recónditos de quienes la rodean, y si una persona dotada de poder semejante no estuviera movida por los motivos más puros y desinteresados, sería un estrago para la humanidad.
Por consiguiente, este poder está salvaguardado, del mismo modo que nosotros secuestraríamos y pondríamos a buen recaudo la bomba de dinamita que se hallara en manos de un anarquista o de cualquier persona ignorante aunque sea bienintencionada, o bien como quitamos del alcance de un niño las cerillas y el barril de pólvora.
La bomba de dinamita en la mano de un ingeniero con experiencia puede usarse para abrir un camino para el desarrollo del comercio, y un agricultor inteligente puede emplear la pólvora con buen fin para ahuyentar de su campo al que hurte frutos de su labor; pero en las manos de un criminal de perversas intenciones o de un niño ignorante un explosivo puede destruir muchas propiedades y muchas vidas. La fuerza es la misma, pero está usada con fines distintos, según la intención o a la habilidad del que la emplea, y puede producir resultados de la más opuesta naturaleza. Otro tanto sucede con las fuerzas espirituales; hay un reloj que marca su hora, como lo hay en los Bancos para su seguridad, que mantiene alejados a todos hasta que no han alcanzado el privilegio de poseerlas y el momento sea apropiado para su ejercicio y manifestación entre los hombres.
Como ya hemos dicho, el éter es materia física sensible a las mismas leyes que gobiernan todas las otras substancias físicas sobre este plano de existencia. Por lo tanto, solo se requiere una pequeña extensión más de lo común de vista física para ver el éter (que está dispuesto en cuatro grados de densidad); el halo azulado, que se ve en las grandes montañas y en sus desfiladeros, es simplemente éter de la clase llamada por los investigadores ocultistas éter químico. Muchas personas que ven este éter no son conscientes de que poseen una facultad que no es común a todos. Otras, que han desarrollado la vista espiritual, no están dotadas de visión etérica, hecho que parece una anomalía hasta que se comprende la facultad de la clarividencia.
La razón reside en que como el éter es materia física, la vista etérica depende de la sensibilidad del nervio óptico, mientras que la vista espiritual se adquiere por el desenvolvimiento de las fuerzas vibratorias latentes situadas en el cerebro, el cuerpo pituitario y la glándula pineal. Personas cortas de vista pueden tener visión etérica, y aunque incapaces de leer cualquier impreso, pueden tener la facultad de "ver a través de una pared."
debido al hecho de que su nervio óptico responde más rápidamente a las vibraciones sutiles y finas que a las groseras y bastas.
Cuando una persona cualquiera observa un objeto con vista etérica, lo ve a través de tal objeto de manera parecida al modo en que los rayos X penetran en las sustancias opacas. Si una persona dotada con tal facultad "mira una máquina de coser, percibirá: primero, una carrete o estuche externo: después, el trabajo dentro y entre ambos, el carrete más alejado de ella.
Si ha desarrollado el grado de visión espiritual que le abre el Mundo del Deseo y mira al mismo objeto, verá a este dentro y fuera; y si lo mira muy cerca, percibirá todos sus átomos girando sobre sus ejes, sin que haya la menor partícula que quede excluida de su percepción. Pero si su vista espiritual ha sido desarrollada a tal grado que es capaz de mirar la máquina de coser con la visión característica del Mundo del Pensamiento, verá una cavidad donde antes había visto la forma.
Las cosas vistas con la visión etérica resultan muy parecidas en colorido, pues son casi de una coloración rojo-azulada, púrpura o violeta, con arreglo a la densidad del éter; pero cuando vemos un objeto con vista espiritual, que pertenece al Mundo del Deseo, este cabrillea y resplandece en un millar de colores siempre cambiantes, tan descriptivamente bellos, que solo pueden ser comparados a un fuego viviente, y el autor llama por esa razón a tal grado de visión vista del color. Sin embargo, cuando la visión espiritual del Mundo del Pensamiento es el medio de percepción, el vidente halla en adición a unos colores más bellos, una emanación de la cavidad que describe un flujo constante de una cierta tonalidad armoniosa. De modo que este mundo en el que vivimos conscientemente y que percibimos por medio de nuestros sentidos corporales, es esencialmente el mundo de la forma; el Mundo del Deseo es especialmente el mundo del color, y el Mundo del Pensamiento es el reino del tono.
Debido a la distancia relativa o proximidad de estos mundos, una estatua, una forma, desafía los furores del tiempo durante siglos, pero los colores de una pintura se pierden o esfuman en mucho menos tiempo porque vienen desde el Mundo del Deseo, y la música, que tiene su origen en el mundo más alejado de nuestro estado, el Mundo del Pensamiento, es como los fuegos fatuos que nadie puede detener o apresar, pues desaparece tan pronto como se ha oído.
Pero hay en el color y en la música una compensación por su evanescencia gradualmente superior.
La estatua es fría y sin vida como el mineral del cual ella está compuesta, y resulta atractiva solo para unos pocos, aunque su forma sea una realidad tangible.
Las formas sobre una pintura son ilusorias, y sin embargo expresan vida, debido al color, que proviene de una región en la que nada es inerte y sin vida. Por lo tanto, la pintura es el placer estético de muchos.
La música es intangible y efímera, pero proviene del hogar del espíritu, y aunque muy fugaz, es reconocida por el espíritu como una lenguaje del alma, recién salido del reino celestial; un eco del hogar del que estamos desterrados, y, por lo tanto, pulsa una cuerda de nuestro ser, sin que importe nada que nosotros comprendamos o no por qué es así.
Vemos, pues, que hay varios grados de vista espiritual, cada uno adaptado al reino suprafísico que lo abre a nuestra percepción: visión etérica, visión del color y visión del tono.
Para el investigador oculto, el éter es de cuatro clases o grados de densidad, como sigue:

Éter Químico.
Éter de Vida.
Éter de Luz.
Éter Reflector.

El éter químico es la avenida de expresión de las fuerzas que promueven la asimilación, desarrollo y mantenimiento de la forma.
El éter de vida es el terreno de manifestación de las fuerzas que son activas en la propagación, o sea la construcción de nuevas formas.
El éter de luz transmite la poderosa energía del Sol a lo largo de los nervios de los cuerpos vivientes y hace posible el movimiento.
El éter reflector recibe una impresión de todo lo que es, vive y se mueve. Ello recuerda cada cambio en forma semejante a la de la película en una máquina de proyección cinematográfica. En este registro o elemento los médiums y los psicómetras pueden leer el pasado basado en el mismo principio en que, bajo las necesarias condiciones, las películas son reproducidas una y otra vez.
Hemos venido hablando del éter como de una avenida de fuerzas, una palabra que no tiene Significado para la mente en general, porque la fuerza es invisible. Pero para un investigador ocultista las fuerzas no son meramente nombres, tales como vapor, electricidad, etcétera. Él puede ver que son seres inteligentes de grados diferentes, sea sub-humanos o suprahumanos. Lo que nosotros llamamos "Leyes de la Naturaleza" son grandes inteligencias que guían a seres más elementales en armonía con ciertas reglas
establecidas para ampliar su evolución.
En la Edad Media, cuando aún había muchas personas dotadas de un residuo de clarividencia negativa, se hablaba de gnomos, duendes y hadas que deanbulaban por bosques y montañas. Estos seres eran los espíritus terrestres. También hablaron de las ondinas o espíritus del agua, las cuales habitaban en ríos y arroyos. De las sílfidos se informa que moraban en las neblinas de los páramos y fosos como espíritus del aire, pero no se nos dice mucho acerca de las salamandras, pues éstas son espíritus del fuego, y, por lo tanto, no son tan fácilmente accesibles a la mayoría de las personas.
Las tradiciones antiguas se consideran ahora meras supersticiones; pero, no obstante, una persona dotada de vista etérica puede aún observar a los pequeños gnomos construir la verde clorofila de las hojas de las plantas y dar a las flores la multitud de delicados matices que deleitan nuestra vista.
Los científicos han intentado una y otra vez darnos una explicación adecuada del fenómeno del viento y de la tormenta, pero han fracasado ruidosamente y no lo lograrán mientras persigan una solución mecánica de lo que es en realidad una manifestación de la vida. Si fueran capaces de ver a las huestes de sílfidos volando de un lado a otro, sabrían quienes y cuáles son los elementos responsables de la inconstancia del viento; si pudieran observar una tormenta del mar desde el punto de vista etérico percibirían que la frase "la lucha de los elementos" no es una frase huera, porque el mar en esas circunstancias sirve de campo de batalla a sílfides y ondinas, y la ululante tempestad es el grito de guerra de los espíritus del aire.
También las salamandras se encuentran en todas partes, y no hay ningún fuego que pueda ser encendido sin su auxilio, pero son más activa bajo tierra, y son las responsables de las explosiones y erupciones volcánicas.
Los seres de las clases que hemos mencionado son todavía sub-humanos, pero algún día alcanzarán un estado en la evolución correspondiente al humano, aunque bajo circunstancias diferentes de las que ahora se ofrecen a nuestro desenvolvimiento. Pero al presente esas maravillosas inteligencias que nosotros llamamos "Leyes de la Naturaleza" dirigen a las miriadas de entidades menos desarrolladas que hemos citado.
Para llegar a una mejor comprensión de lo que son estos diferentes seres y su relación con nosotros, pondremos un ejemplo: supongamos que un mecánico esté construyendo una máquina, y mientras tanto un perro lo observa atentamente. El perro ve al hombre en su trabajo, et modo en que usa las distintas herramientas en su labor y también como va tomando lentamente forma la máquina a medida que se van acoplando distintos elementos de hierro, acero y latón. El perro es un ser de evolución posterior y no comprende la intención del mecánico; pero, no obstante, ve al hombre, las distintas etapas de su trabajo y
el resultado de todo ello, que se manifiesta en forma de máquina.
Supongamos ahora que el perro solo fuese capaz de ver los materiales que lentamente cambian de forma, se acoplan y se convierten en una máquina, pero que no pudiera percibir al hombre ni ver el trabajo que él hace. El perro en tal caso estaría en la misma relación hacia el mecánico que en la que estamos nosotros respecto a las grandes inteligencias que llamamos "leyes de la naturaleza" y sus auxiliares, los espíritus de la naturaleza, porque vemos las manifestaciones de su trabajo como fuerza que mueve a la
materia de distintas maneras, pero siempre bajo condiciones inmutables.
En el éter observamos también los ángeles, cuyos cuerpo más denso está hecho de ese fluido imponderable, al igual que nuestro cuerpo físico está formado de gases, líquidos y sólidos. Estos seres están un paso más allá del estado humano, así como nosotros nos hallamos un grado más avanzado de la evolución animal. Sin embargo, nunca hemos sido animales de la forma que tienen los de la fauna actual; pero, en un estadio anterior al de ahora en el desarrollo de nuestro planeta, hemos tenido una constitución como la del animal. En aquel entonces los ángeles eran humanos, aunque hay que decir que nunca poseyeron un cuerpo denso como el nuestro.
ni nunca se han desenvuelto en ningún material más denso que el éter.
Algún día, en el futuro, la Tierra se hará otra vez etérea. Entonces el hombre será como ahora son los ángeles. La Biblia nos dice que el hombre fue hecho un poco más bajo que los ángeles (carta de San Pedro a los hebreos, capítulo segundo, séptimo versículo véase la llamada marginal).
Como el éter es la avenida de las fuerzas vitales y creadoras y como los ángeles son constructores expertos de éter, podemos ver con claridad que ellos están admirablemente capacitados para ser los guardianes de las fuerzas propagadoras de la planta, del animal y del hombre. En toda la Biblia encontramos de este modo encarnados a tales seres: Dos ángeles vinieron a Abraham y le anunciaron el nacimiento de Isaac; y ellos prometieron un hijo al hombre que había sido obediente a Dios. Después estos mismos ángeles destruyeron a Sodoma por el abuso de la fuerza creadora.
Ángeles también predijeron a los padres de Samuel y Sansón el nacimiento de estos gigantes del cerebro y del músculo. A Elisabeth se le presentó el ángel (no arcángel) Gabriel y le anunció el nacimiento de Juan, y después se le apareció a María con el mensaje de que ella había sido elegida para concebir a Jesús.

del libro "Los Misterios Rosacruces", de Max Heindel

en vímeo, aquí

en you tube, aquí
https://www.youtube.com/watch?v=FQxXLSLczL0&feature=youtu.be

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