jueves, 4 de febrero de 2010

EL CRISTO INTERNO.- LA MEMORIA DE LA NATURALEZA


SEGUNDA PARTE

EL CRISTO INTERNO 
 LA MEMORIA DE LA NATURALEZA

Hay muchas personas que confunden el espiritualismo con una gran ostentación emocional, pero como hemos visto en el capítulo anterior, esta idea no tiene ningún fundamento real. Por el contrario, la clase de espiritualidad desarrollada por y asociada con la naturaleza emotiva del cuerpo de deseos es en extremo falaz, siendo una variedad de ésta la que es generada en las congregaciones revivificatorias en las que el emocionalismo es llevado a un alto grado de tonalidad, que dan por resultado el que alguno de los asistentes tenga un gran acceso de fervor religioso, el cual bien pronto se esfuma y le deja exactamente como era antes, con el consiguiente desconsuelo de los pastores y otras personas empeñadas en trabajos evangélicos.
¿Pero es que puede suceder de otro modo? Ellos afirman que salvan a las almas al son de tambores y pífanos, con cánticos rítmicos revivificatorios, con apelaciones hechas en tono de voz que sube y baja en armónicas oleadas, todo lo cual tiene el mismo poder efectivo sobre el cuerpo de deseos como las tormentas que encrespan el mar y después se calman.
El cuerpo vital está mucho más afianzado y es solamente cuando la conversión afecta a este vehículo que se afirma y permanece durante toda una vida con la persona así convertida. Aquellos que poseen una verdadera espiritualidad no se consideran salvados en un día como si se hallasen en el séptimo cielo del éxtasis y al día siguiente se sienten deprimidos por un estado de melancolía, como si fueran unos miserables pecadores imposibles de ser perdonados, porque su religión no está basada sobre la naturaleza emocional que es la que percibe estas cosas, sino que está arraigada en el cuerpo vital que es el vehículo de la razón, fuerte y persistente en el camino que eligió una vez. Así como las formas nuevas son propagadas por medio del segundo éter del cuerpo vital, así también el YO SUPERIOR, el CRISTO INTERNO, se forma por medio del mismo vehículo de generación, el cuerpo vital, en sus aspectos más elevados incorporados en los dos éteres superiores.
Pero al igual que un niño que nace en este mundo necesita nutrición, así también Cristo al nacer "dentro" es como un infante y requiere el ser alimentado para que alcance el desarrollo completo que caracteriza la virilidad, y al igual que el cuerpo físico crece mediante una asimilación continua de materiales pertenecientes a la región química, sólidos, líquidos y gases, así también, a medida que el Cristo crece, aumentarán de volumen los dos éteres superiores y formarán una nube luminosa alrededor del hombre o mujer, lo suficientemente distinguible al dirigir su faz hacia el cielo; lo que con el tiempo investirá al peregrino con una luz tan brillante que "caminará en la luz", real y efectivamente hablando.
Por medio de los ejercicios dados en la Escuela de Misterios Occidental de los Rosacruces, puede lograrse con el tiempo el separar los dos éteres superiores y el hombre entonces puede salir de su cuerpo físico dejándolo desatendido momentáneamente, rodeado y vitalizado solamente por los dos éteres inferiores, y entonces es lo que llamamos un AUXILIAR INVISIBLE.
Hay varios grados de vista espiritual. Uno de ellos permite al hombre ver el éter ordinariamente invisible con las miriadas de seres que lo pueblan. Otras variantes superiores le proporcionan la facultad de ver el Mundo del Deseo y aun el Mundo del Pensamiento, permaneciendo, no obstante, en su cuerpo físico. Pero estas facultades, aunque valiosas cuando se ejerce bajo el control de la voluntad del hombre, no son suficientes para leer la "MEMORIA DE LA NATURALEZA" con absoluta exactitud. Para hacer esto y efectuar las investigaciones necesarias con objeto de que uno pueda comprender cómo se teje y desteje el "Velo del Destino", es necesario poseer la facultad de salir del cuerpo físico y funcionar fuera de él en ese cuerpo-alma, el cual hemos dicho se halla formado de los dos éteres superiores, estando al mismo tiempo investidos con el cuerpo de deseos y la mente. De este modo el investigador se halla en posesión completa de sus facultades; él conoce todo lo que sabe del mundo físico y tiene la habilidad de traer consigo a la conciencia de vigilia las cosas que ha aprendido fuera.
Cuando uno posee esta habilidad debe aprender también a dominarse a sí mismo para "comprender" las cosas que ve fuera de su cuerpo, pues debe compenetrarse de esto: No basta con que seamos capaces de abandonar nuestro cuerpo para entrar en otro mundo y ver las cosas de él. Por este hecho no nos hacemos omniscientes, del mismo modo que no sabemos el uso ni el modo de actuar de todas las cosas del mundo físico a pesar de vivir aquí día tras días y año tras año.
Para ello se necesita mucho estudio y aplicación con objeto de hacerse familiar con los fenómenos del mundo en el que estamos viviendo con nuestros cuerpos físicos. Así pues, este libro, la "Memoria de la Naturaleza", no podemos leerlo fácilmente al primer intento ni al segundo, porque lo mismo que para aprender a leer un niño nuestros libros ordinarios, necesita emplear mucho tiempo, así también se necesitan muchos esfuerzos y mucho tiempo para descifrar este maravilloso pergamino.
Es un hecho muy conocido por todos los estudiantes de la ciencia que la historia de la Tierra está escrita en caracteres inconfundibles sobre las rocas y los glaciares. Sobre cada piedra se encuentra algún signo que guía al investigador capacitado para descifrar su mensaje concerniente al desenvolvimiento de la Tierra durante las épocas pasadas y es curioso leer en los libros de texto referentes a esta materia, el modo en que los exploradores de esta ciencia han podido reconstruir la historia, valiéndose de infinidad de tales indicios. Asimismo es muy conocido el fenómeno de que cada movimiento individual que nosotros hacemos, deja tras sí huellas que pueden ser reproducidas aunque ellas son invisibles aún para nosotros mismos. El ingenio maravilloso exteriorizado por los indios, según citas de Fennimore Cooper y otros, para perseguir y descubrir a sus amigos o enemigos a través de la selva virgen guiados por los arbustos rotos, etc., es superado extraordinariamente por los científicos del día, quienes por sus conocimientos antropométricos son capaces de identificar a los criminales por sus marcas digitales.
Las fantásticas hazañas en apariencia de Sherlock Holmes se han duplicado mediante los actuales métodos para la identificación criminal. Los movimientos de la humanidad de hoy pueden ser reproducidos gracias a la cámara cinematográfica después de que transcurran muchos años de que sus actores reales se han consumido en la tumba, y así, iluminados por los últimos descubrimientos, podemos preparar nuestras mentes para aceptar la creencia de que existe un registro automático de la vida humana y de la vida de los pueblos, conservado en lo que podemos llamar, a falta de un nombre mejor, la "Memoria de la Naturaleza". Ésta nos muestra los estados de evolución alcanzados por todos los seres vivientes y proporciona a los ministros de Dios, los ángeles guardianes, la perspectiva necesaria con objeto de ayudarnos en nuestro esfuerzo para alcanzar la sabiduría, el conocimiento y el poder; el motivo por el cual esas lecciones son necesarias para nuestro ulterior avance en el Sendero.
En lo que se refiere a un individuo, este registro comienza en el momento en que él emite su primer impulso respiratorio y continúa hasta que el último soplo de su vida ha vaciado las arterias de su sangre.
Nosotros sabemos que todo el Universo es una constante vibración de vida y que todos los objetos emiten de sí mismos ondas vibratorias que revelan su naturaleza y presencia. También sabemos que cuando un niño efectúa su primera respiración, se cambian las condiciones fisiológicas del corazón, cerrándose el orificio ovalado y la sangre viene forzada a circular por el corazón y los pulmones. Aquí, ésta se encuentra con el aire cargado con una imagen de los alrededores, y así, la sangre, que es el vehículo del Ego, absorbe en los pulmones una fotografía completa del mundo que le rodea. Cuando la sangre corre a través del ventrículo izquierdo del corazón, deja una huella impresa sobre el diminuto átomo simiente situado en el ápice, lo cual corresponde a la cámara cinematográfica. Tampoco debe presentársenos ningún obstáculo para aceptar y creer esta idea de que pueda ser posible imprimir un gran número de imágenes sobre una superficie tan pequeña. Cuando nosotros consideramos que la imagen de la Luna que percibimos en nuestra retina es un diámetro menos de dos centésimas partes de una pulgada, podemos considerar que una imagen mucho más pequeña puede ser bien distintivo, puesto que aun dentro de tan pequeño espacio podemos notar a simple vista un gran número de montañas y valles de la Luna. La imagen de un hombre a la distancia de cien pies, o cosa así, no llega a la vigésima parte de una pulgada, según ha dicho una autoridad en estas materias y sin embargo podemos distinguir en tan diminuta imagen la expresión de la cara, el modelo del traje, etc.
Análogamente, hay sobre este pequeño átomo simiente una imagen de todas las acciones realizadas por nosotros, un cuadro de todas las escenas en las que hemos tomado parte durante todo el tiempo que media entre el nacimiento y la muerte.
Jorge de Maurier y Juanito London describen en "Peter Ibbetson" y en "The Star Rover", cómo una persona viviente puede volver a vivir otra vez los sucesos de su niñez, en las que se ve a sí mismo, a sus compañeros de juego, a sus padres, a todo el ambiente de aquel entonces, reproducido en efecto del recuerdo o registro etérico de su vida infantil y aun de pasadas encarnaciones. Cualquiera que sabe el secreto de ponerse en contacto con tales imágenes puede hallar y leer la vida de las personas con las que se pone en relación como se ha probado con los médiums.
Pero mientras que los sucesos recientes y contemporáneos pueden leerse con relativa facilidad, se hace gradualmente difícil el leer según va uno yendo hacia atrás, porque los cuadros impresos en el éter son imprecisos cuando se comparan con sus correspondientes que se encuentran en planos superiores y además se desvanecen gradualmente.
Cuando un vidente examina a una persona que está por caer enferma, encuentra que su cuerpo vital se está haciendo más tenues y cuando éste ha alcanzado un determinado punto de sutilidad en el que ya no le es posible soportar al cuerpo físico, entonces este último comienza a sentir los síntomas de lo que llamamos enfermedad. Por el contrario, algún tiempo antes de que comprobemos el restablecimiento físico, el cuerpo vital empieza a adquirir más densidad; período que marca el comienzo de la convalecencia. Es asimismo patente para todos aquellos que tratan a las víctimas de accidentes, que éstas no sufren tan agudamente cuando acaban de sufrir el accidente como algo después. Esto es debido a que el cuerpo vital en el momento del accidente queda ileso y por lo tanto el efecto total del accidente no se nota hasta que este vehículo se ha hecho más tenue e incapaz de sostener el proceso vital.
Podemos, pues, observar que hay cambios en el éter de un ser humano, y acorde al axioma hermético, "Como arriba, es abajo", y viceversa, hay también cambios en el éter planetario el cual constituye el cuerpo vital del Espíritu Terrestre, y como la memoria consciente de los sucesos recientes que es muy intensa en el ser humano palidece gradualmente, así también el registro etérico, que es el más inferior aspecto de la "Memoria de la Naturaleza", se debilita con el tiempo.
En la más elevada subdivisión de la Región del Pensamiento Concreto, justamente en la línea fronteriza que separa el espíritu de la materia, se efectúa una impresión de las cosas y sucesos más profunda, limpida y duradera que la del registro etérico, porque mientras que los sucesos inscriptos sobre este registro se esfuman y quedan como manchas en el curso de unos cuantos centenares de años, y aun acontecimientos importantes pueden durar solamente mil o dos mil años, el recordatorio que hallamos en la más elevada subdivisión de la Región del Pensamiento Concreto, permanece durante todo el Período Terrestre. Mientras que los cuadros impresos en el éter reflector pueden ser examinados y leídos por un vidente falto de ejercitamiento que posea únicamente un poco de vista espiritual se requiere pasar a través de varias iniciaciones antes de que sea posible para cualquiera el leer los recuerdos conservados en la elevada región citada antes.
Se comprenderá fácilmente la relación que existe entre este registro y el impreso en el éter y también entre el recuerdo absolutamente permanente que se halla inscripto en el Mundo del Espíritu de Vida, si se examina el diagrama núm. 1 del Concepto Rosacruz del Cosmos. Paracelso llama al recuerdo impreso en el éter Vista Sideral, y Eliphas Levi, el gran cabalista, habla de estos recordatorios como si se conservasen en la Luz Astral. Esta es una definición verídica, pues aunque no tienen nada que ver con las estrellas, como se podría interpretar por su nombre, ellos se hallan en la Región Etérica más allá de la atmósfera de la Tierra. El médium o la víctima hipnótica que abandona su cuerpo por un método negativo y bajo un control ajeno a él, levita hacia tales planos tan naturalmente como el cuerpo físico gravita hacia la Tierra.
Como hemos dicho en el Concepto Rosacruz del Cosmos referente a la constitución de nuestro planeta, el sendero de la iniciación pasa por medio de la Tierra de la circunferencia al centro, un estrato cada vez, y aunque nuestros cuerpos físicos son impulsados en tal dirección por atracción gravitacional, su densidad evita que la traspase, tan eficazmente como la fuerza de levitación repele a la clase inculta antes citada de los recintos sagrados. Solamente cuando por el poder de nuestro propio espíritu salimos de nuestro cuerpo denso, instruidos por y como consecuencia de una recta manera de vivir, somos capaces de leer el registro etérico con la mejor de las ventajas. A un punto más avanzado de progreso el "estrato del agua" de la Tierra es abierto al iniciado y entonces se pone en un estado conveniente para leer el recuerdo de los pasados sucesos grabados permanentemente en la viviente substancia de la Región de las Fuerza Arquetípicas, donde la duración y el espacio prácticamente no existen y donde todo es un eterno y permanente Ahora.

del libro "El Velo del Destino", de Max Heindel

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