jueves, 4 de febrero de 2010

OBSESIÓN DEL HOMBRE Y DE LOS ANIMALES


QUINTA PARTE

OBSESIÓN DEL HOMBRE Y DE LOS ANIMALES

Es un caso curioso que los espíritus sub-humanos elementales se apegan algunas veces a determinadas personas, a una familia y hasta alguna sociedad religiosa; pero en casos semejantes se ha visto siempre que el vehículo de ellos no consiste en un Cuerpo de Pecado endurecido compuesto de una trabazón de los cuerpos vital y de deseos, sino que el vehículo ha sido obtenido por medio de la mediumnidad practicada por una persona, ordinariamente de buen carácter, y que el éter de este vehículo estaba en un estado de descomposición o desintegración. Para preservarlo y prolongar su dominio sobre tal vehículo pide a aquellos a quienes sirve, suministros regulares de alimentos y la quema de incienso; aunque no pueden, como es natural, asimilar el alimento físico, pueden y, así lo hacen, vivir de los vapores y olor que emanan de él, así como del humo del incienso.
Esto es otra ilustración del aserto de que la pureza de los motivos no nos protegerá cuando vamos contra las leyes de Dios, así como no podemos dejar de quemarnos si metemos la mano en una estufa ardiendo no importa por qué razón lo hagamos. Pero de todos modos se ha observado que cuando un médium se ha visto dominado de esta forma por motivos puros y por una elevada devoción religiosa, es muy difícil para tales malignas entidades el sostener posesión del cuerpo vital por un tiempo largo. En casos por el estilo bien pronto se cansan del esfuerzo que ello representa, y buscan otra víctima más en concordancia con su naturaleza.
Se sabe que en el sur de Europa y en el lejano Oriente hay elementales que toman posesión de los cuerpos vitales de una familia, generación tras generación, dejando unos por los otros y llevando a cabo servicios hacia tal familia como compensación de su alimento que generalmente se les es ofrecido en períodos regulares. Algunos de ellos son demasiado malignos para satisfacerse con alimentos y piden sangre, hasta sangre humana, y estos seres son responsables por las tribus de los cazadores de cabezas de Filipinas y los estranguladores de la India, quienes cometen crímenes como un rito religioso. Esto es también la base de lo denominado en los países orientales "Culto de los Antepasados".
A éstos, así como a los Cuerpos de Pecado que no son animados por una inteligencia externa, se les ha llamado "LOS GUARDIANES DEL UMBRAL" simplemente obedeciendo al hecho de que cuando la persona por quien originalmente fueron generados renació, este demonio, se adhirió a ella y se convirtió en un diabólico tentador durante toda su vida. No infrecuentemente se ha visto que en el caso de una persona que en una vida ha generado tal demonio, pero que ha tomado a pecho las lecciones de la vida que fueron expiadas en la existencia purgatorial y quien al renacer se esforzó con todas las fuerzas de su alma en vivir una vida pura, recta y honrada, este cuerpo de pecado estuvo aún allí a su lado para estorbarle.
Muchas de las personas que estuvieron cohibidas de este modo eran tan sinceras en sus deseos de reformarse que entraron en monasterios y practicaron austeridades severísimas sobre sus cuerpos, cada una de ellas creyendo que el demonio que las rondaba y de cuya presencia estaban conscientes, era el mismo diablo en persona o un emisario suyo.
Se dice con muy buen sentido que el cuerpo es el padre del hombre. En un sentido similar nuestras existencias anteriores son las potencias creadoras de nuestra vida presente y futura, y es muy cierto que en este sentido al menos, "los pecados de los padres caen sobre los hijos", y no podemos negar la justicia de semejantes consecuencias, pues las crueldades practicadas por aquellas gentes que causaron la formación del Cuerpo de Pecado fueron generalmente de la más atroz naturaleza imaginable.
El lector habrá oído probablemente decir que cuando un perro dogo, o "bull-dog" ha cogido con sus dientes una presa no la suelta tan fácilmente. Esto implica, sin embargo, que él tiene facultad y poder de hacerlo (si así lo quiere) Pero esto es diferente con una culebra; sus dientes se dirigen hacia adentro de la boca y por consiguiente una vez que los ha hundido en la carne de su víctima no puede abandonarla o desprenderlos del mordisco, sino que debe forzosamente engullir a su presa. A pesar de lo extraño o curioso que nos parezca, algo semejante ocurre con el caso de la obsesión.
Nuestros lectores sabrán que el autor ha proclamado siempre que los espíritus de control están del lado externo del cuerpo de su víctima y detrás de ella manipulando el órgano de la voz o el cuerpo completo, según sea el caso, desde y por el cerebelo y médula oblonga, donde la llama de la vida arde con un doble y zumbante sonido compuesto de dos tonos que indican la resistencia del cuerpo a las manipulaciones del intruso. Nuestras últimas investigaciones, sin embargo, han revelado el hecho de que el espíritu control que manipula de este modo desde afuera a sus víctimas, es de los prudentes que son muy cautos para ser atrapados con una trampa. Mientras están afuera ellos pueden abandonar la presa en cualquier momento que deseen y permitir que ésta siga su vida en la forma que quiera, haciendo lo propio ellos mismos.
Pero hay otros espíritus que no son tan sagaces o que acaso son más atrevidos o de algún modo están ansiosos de actuar en el mundo físico y quieren aprovechar a todo trance cualquiera ocasión que se les presente. Penetrando en el cuerpo de sus víctimas se hallan en la misma situación aproximadamente que la presa de la culebra, el cuerpo de su propuesta víctima tiene un cepo cerrado sobre ellos y no pueden desasirse de él en circunstancias ordinarias. De este modo la obsesión se hace permanente y la personalidad completa de la víctima se cambia. Si el espíritu obsesionante es una entidad elemental o sub-humana, la cual no es capaz de usar una mente o una laringe, como quiera que éstas son las últimas adquisiciones humanas, la persona así obsesionada se convierte en un lunático irremediable, no raramente de naturaleza perversa y la facultad del lenguaje a menudo está también afectada. Es casi imposible el desalojar a una entidad semejante una vez que se ha posesionado. La investigación de vidas anteriores indica que la aflicción es generalmente el resultado de un deseo de rehuir las experiencias de la vida, pues aquellos que están obsesionados se ve que fueron suicidas en una vida anterior en casos muy frecuentes. Entonces tuvieron un cuerpo al que no apreciaron y como consecuencia, en una vida posterior la mentalidad se halla debilitada ya como resultado de un órgano enfermo, de una gran conmoción o bien por obsesión. En cualquier a de estos casos el espíritu fue expulsado del cuerpo, estando siempre flotando a su alrededor y deseoso de volver a tomar posesión, pero incapaz de hacerlo debido a su falta de mente por medio de la cual pudiera enfocar el pensamiento sobre el cerebro, o en el caso de obsesión por impedirlo la entidad extraña.
El dolor y el desengaño son causas frecuentes del suicidio y también se ha comprobado que una tristeza grande puede arruinar la mente, pero el espíritu es entonces capaz de comprender y hacer frente a la situación, aun cuando no sea capaz de usar sus vehículos debido a la falta del foco de la mente. Pero en el caso en que se ha querido huir de la situación por el suicidio, aprende en la manera descrita a conocer el valor de un cuerpo y sus eslabones y de este modo en el futuro no habrá causa suficiente para decidirle a cortar el cordón plateado. En efecto, algunas veces el dolor viene para tentar a alguna persona que puede muy bien haber dado ese paso en vidas anteriores y cuando resiste la prueba muestra que ha quedado inmune de la tentación. Parece ser que obra según el mismo principio por el cual el borracho de una vida anterior es tentado para beber con objeto de probar su estabilidad de carácter por su consciente rehuida de la tentación y de ceder a ella.
Es curioso el que la realización de un suicidio en una vida y el sufrimiento consiguiente post morten durante el tiempo en el que el arquetipo existe aún, genera a menudo en tales seres un mórbido miedo a la muerte en la vida próxima, así que cuando llega este momento en el curso ordinario de la vida posterior parecen frenéticos después de abandonar el cuerpo y tan ansiosos de retroceder otra vez al mundo físico que con frecuencia cometen este crimen de obsesión en la más tonta e increíble forma. Sin embargo, como quiera que no siempre hay sujetos humanos negativos fáciles a la obsesión (y aún si les hubiera, no es seguro que la persona que justamente acaba de morir y que está buscando la oportunidad de volver pueda encontrar uno en quien tomar refugio) una extraña, horrible ocurrencia se produce a menudo, es decir, que tal espíritu expulsa al real propietario del cuerpo de un animal y entonces anima a este vehículo. Entonces se halla en la horrorosa necesidad de vivir una existencia animal pura y simple. Si el animal está sujeto a crueldades por parte de su dueño, el espíritu humano obsesionante sufre como sufriría el espíritu animal; si el animal es sacrificado para proveer alimento, el hombre dentro de él ve comprende los preparativos para el sacrificio y se ve obligado a pasar por las horrorosas experiencias relacionadas con ello. Casos de esta naturaleza no son tan raros como se podría suponer; al contrario, ocurren muy frecuentemente, como lo ha comprobado el autor visitando algunos de los mataderos de América del Norte. La comprensión de esto, le ha traído el convencimiento en la forma más dolorosa de la necesidad que hay de educar al hombre respecto a la gran verdad de que la "muerte", al igual que el nacimiento, es únicamente un suceso natural, común y corriente en la vida eterna, sin fin, del espíritu inmortal".
Una fe completa en esta doctrina dispersará muchas miserias de la humanidad y debemos hacer cuanto esté en nuestro poder para contribuir a esparcir este evangelio de la Vida.
También sucede algunas veces que un hombre perverso se encarna asimismo en una bestia de presa y tiene un diabólico placer en aterrorizar a una comarca. Cuando Cristo caminaba por la Tierra, casos semejantes de obsesión animal por espíritus humanos eran sucesos diarios los ejemplos recordados en la Biblia no son, en absoluto, mitos tontos para nadie dotado de vista espiritual y capaz de leer en la "Memoria de la Naturaleza", pues se ve que estas cosas ocurrieron realmente, y en efecto, los videntes de la antigüedad quienes observaron esta entrada habitual de gentes de bajo y perverso carácter en los cuerpos de las bestias, cuando salían fuera de tales cuerpos a la muerte, pensaron que esto era el proceder natural de la Naturaleza, en vez de suponer que era una condición anormal de la misma, y en consecuencia, sentaron los principios de la doctrina de la Transmigración.

del libro "El Velo del Destino", de Max Heindel

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